Entre el mes de abril
y mayo de 2014, un brillante estudiante de la educación primaria, en la
localidad de Shenzhen, al sur de China, tomó por voluntad propia la que
sería la decisión más importante de su vida.
Liang
Yaoyi, era un niño de 11 años, amoroso
con sus padres, que logró destacarse en la escuela. Su sueño era ser médico y
ayudar a la gente; soñaba con salvar vidas.
En abril de 2014, Liang presentó
complicaciones de salud, comentando a sus padres que se sentía mal. Comenzó a
vomitar recurrentemente. Los padres lo llevaron de urgencia al hospital local. Después
de varios chequeos médicos, pruebas y análisis, los médicos informaron que la
enfermedad del niño era casi incurable. Así que los padres del pequeño se
dieron a la tarea de visitar otros hospitales locales, con la esperanza de
encontrar quién brindara un tratamiento a su hijo. Después de muchas opiniones,
terminaron por trasladarlo a la ciudad de Cantón (Guangzhou), sur de China… sin embargo, ahí los
médicos les dijeron, que lo máximo que se podía hacer ya, era que el proceso de
morir pasara lo más tranquilo posible. Liang,
presentaba cáncer en el cerebro, un tumor que había sido descubierto dos años
atrás… y que lo llevó a la muerte el 6 de junio de 2014, con tan sólo 11 años
de vida.
Este pequeño, tal vez no logró cumplir
su sueño de estudiar la carrera de medicina, pero eso no le evitó cumplir el
sueño de salvar vidas. Antes de morir, Liang decidió donar el hígado y los
riñones: “… es otra forma de seguir vivo.”, dijo. Comentó también: “(…) Hay mucha gente haciendo cosas
extraordinarias en el mundo. Yo también quiero hacer algo bueno, y también
quiero ser un buen chico.”
El equipo médico y de
enfermeras, hicieron una calle de honor y reverenciaron el cuerpo del niño,
como signo de despedida y respeto, emocionados por el altruista gesto del
pequeño.
Li Qun, la madre de Liang, llora fuera de la sala
de operaciones.
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